El susurro de la miseria que rodeaba la pobreza,
llamó su atención: sola, sin prisas, dispuesta a
captar cada instantánea del cruel escenario.
llamó su atención: sola, sin prisas, dispuesta a
captar cada instantánea del cruel escenario.
Miraba a través de su cámara y solo veía tristeza.
Tenía miedo a captar tanto dolor y se negaba a disparar
enfocando las sombras que emitían un triste lamento.
Tenía miedo a captar tanto dolor y se negaba a disparar
enfocando las sombras que emitían un triste lamento.
Pero descubrió con asombro que había personas
que solidarias abrían sus manos
ayudando a los niños, que la vida no quiso proteger
y me alegré; porqué mi alma se llenó de ilusiones.
que solidarias abrían sus manos
ayudando a los niños, que la vida no quiso proteger
y me alegré; porqué mi alma se llenó de ilusiones.
Y en aquél atardecer ajenos al objetivo
que les observaba silencioso,
aquellos niños dormitaban
mientras el flash de la cámara
les inmortalizaba
para gritar al mundo su desesperanza.
que les observaba silencioso,
aquellos niños dormitaban
mientras el flash de la cámara
les inmortalizaba
para gritar al mundo su desesperanza.
©Nuria de Espinosa
De mucho realismo, amiga. Lo dices bien y con gusto.
ResponderEliminarAbrazos
Pd.- Trata de editarlo, que me fue necesario subrayarlo para poder leerlo
Gracias José, la verdad es que no se porqué me hace esos cambios el Pc, es incomprensible para mí, un fuerte abrazo
EliminarTe veo muy sensible ultimamente. El caso de los niños es de lo peor que hay en esta sociedad tan injusta que nos rodea. Como te decía, menos mal que la poesía no es ajena a la causa.
ResponderEliminarUn abrazo, Nuria.
Tienes razón J.R. Infante y es que últimamente me llaman de cultura y de asuntos sociales para solicitarme colaboración y cuando ves a tantas familias pasándolo mal, en especial los niños, me parte el alma y me siento impotente, un abrazo muy fuerte
ResponderEliminar