Convocatoria del jueves 20/03/25: Amor de barrio
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Cuando me asomo al atardecer al balcón, miro al horizonte con una nostalgia que me recorre el alma. Ya no soy la niña que corría en chanclas por las calles empedradas de mi viejo barrio, pero en mi corazón, aquellos días permanecen intactos.
Me invaden las imágenes jugando en el barrio con mis amigas.
—El patio de mi casa es particular, cuando llueve se moja como los demás, agáchate... y vuélvete a agachar... —cantábamos a coro, mientras jugábamos saltando a la comba, sin preocupaciones ni reloj que nos marcara el tiempo.
El barrio era nuestro mundo, mezclado con el aroma a tierra mojada y las voces de las vecinas mientras tendían la colada canturreando. Entre ellos, don Mauro siempre destacaba, era un hombre mayor, de rostro amable. Cada tarde, se sentaba en su porche con sus tres gatos.
—Don Melitón tenía tres gatos que los hacía bailar en un plato —solíamos cantar cuando veíamos al anciano quien respondía con una sonrisa, y nos pedía que cantásemos más.
Esos recuerdos llegan ahora como un remanso en mi vida adulta, una vida que, aunque plena, no deja de extrañar la niña que fui. La barriada que me vio nacer, que me vio crecer.
Extraño pasear por las calles de mi barrio, el sonido del afilador, del lechero, y el olor a pan recién hecho. Sentarme con mi mejor amiga Lely, a jugar a los cromos y con Victoria y Montse a la goma o al escondite.
Pero esta tarde, ha sido especial. Al salir a pasear, una niña pasó corriendo a mi lado, tarareando una vieja canción. Al escucharla, no pude evitar detenerme. El pasado y el presente se entrelazaron de repente, como si el barrio de mi infancia nunca se hubiera alejado.
—El patio de mi casa... —murmuré con ojos brillantes por la emoción—. ¡Qué suerte tuve de crecer en un lugar donde todo era amor!
Sonreí, y en mi corazón, el sonido de las voces infantiles volvió a resonar, recordándome que, aunque el tiempo pasa, los verdaderos tesoros siempre permanecen. Y mi barrio fue un tesoro que siempre llevaré conmigo: sus calles, mis amigas, la gente, aquellas canciones y juegos que jamás olvidaré...
"Por el mar corre la liebre, por el mar corre la liebre, por el monte las sardinas tralará, por el monte las sardinas..."
Le llamábamos melones y arreglaba sombrillas. Lo cabreábamos. A Servando le decíamos ¡¡Servando patas colgando!!. Era el peluquero de la calle con mujeres semidesnudas en almanaques para la ocasión. Isabelita "La fallá" por fin se casó y se fue de la calle. Adriana era muy enamoradiza y escuchábamos sus cartas de amores imposibles en Radio Atalaya, hasta que se quedó embarazada que aqui, decían las mujeres que le habían hecho una barriga. Rosilla pasaba por la puerta de mi casa con una piara de mulos y a veces de cabras que no paraban de peerse y de cagar. Yo me sacaba mi pito para orinar en medio de la calle y al sol; le decía a mi madre que era "La fuente gominosa". Hacíamos apedreos con los de la calle del Cerro yo yo quemaba las sillas de mi casa a escondidas en el cuarto de aseo. Mi primo me dijo que los niños vienen al mundo de juntar el pepe con el pito, se lo dije a mi madre y ami tia....se morían de risa...Mi primer día de escuela fue mortal para mi libertad y recuerdo que la pilicía municipal, me llamó para testificar sobre un robo que cometí con el tonto de la calle. Yo le comentaba al agente en intringulis del robo y mi madre lloraba,,,Recuerdo que había fotos de los criminales más buscados de España. Mi amigo Luis me enseñó a ordeñar sus vacas y hasta me llevó al casamiento de alguna con un toro...Por las noches mi madre le decía a mi padre que no se tirara esos pedos tan asquerosos porque la cama era suya y se la regalaron sus padres para el casamiento. Mi devertían los payasos de la tele los sabados, cuando mi madre me lavaba en un baño sin bañera ni ducha. Mi abuela estaba ciega por la diabetes y yo ponía la luz de una lampara en mi cara y le preguntaba si me vía, pero decía que había muy poca luz...
ResponderEliminarDe aquello años ahora, mi calle se ha tranformado. Justo enfrente donde vivo, aun se mantiene tal cual la casa de mi amigo Luis. Guardo recuerdos de cada rincón...Me acuerdo de Vicente cuando se tragó un duro y a Mariana cuando la atropelló una moto y murió por un derrame. Recuero la muerte de mi abuela cuando al amanecer mi madre lloraba al entrar en mi casa...De todo y cada rincon de mi calle tengo un recuerdo.
Hace unos años, asfaltaron de nuevo mi calle. Yo sabía que se iban muchos recuerdos, y así fué. De aquella gente aun quedamos los originales para bién decir pero, todo ha cambiado. Guardo recuerdos entrañables que se encadenan unos de otros y que por ello, aun viven de alguna manera en mi familia y amigos, vecinos y gente que nos nos hablamos por cosas de la convivencia....
Es enriquecedora la vida cuando se guarda con el corazón y más, cuando esa vida, eres tú...
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Que bonito lo has dicho y cuanto me identifico con ese barrio.
ResponderEliminarEntonces no había hora,.el tiempo transcurría en la calle con las amigas jugando mientras las madres reunidas escuchaban la novela en esos transistores.
Los juegos infantiles han cambiado mucho, desde nuestra juventud y los barrios han ido desapareciendo, para convertirse en ciudades dormitorios.
Creo que nuestra generación tuvo una verdadera infancia muy feliz
Un beso Nuria, me ha gustado muchísimo tu relato, pq es una verdadera , así lo he sentido yo .
Gracias Campirela, es cierto, ahora los barrios son ciudades dormitorio, qué triste. Y cuánto llegamos a añorar nuestra infancia. Un abrazo
EliminarDon Melitón tenía tres gatos que los hacía bailar en un plato 😻😻😻
ResponderEliminarGracias Hada, besitos
Eliminar¡Cuántos recuerdos me han venido a la cabeza con aquellos juegos y canciones! Me gustó mucho. Un abrazo!
ResponderEliminarGracias Lady, cómo se añora verdad? Un abrazo
EliminarQue bonito poder recordar toda la riqueza interior del barrio donde creciste. Esos sentimientos que nos contagias al leerte para que podamos ir hasta allí contigo. Tu relato es un regalo de emociones, gracias por compartir. Un beso
ResponderEliminarGracias a ti por tu visita y comentario, un abrazo
EliminarAy, yo también he tarareado esas canciones de peque *.* Sobre todo para jugar a las palmas o saltar a la comba.
ResponderEliminarMe encantó tu relato, Nuria, particularmente la frase: "los verdaderos tesoros siempre permanecen".
Mil gracias por participar.
Un besazo
Así es Dafne, esos tesoros de la infancia siempre permanecen, un abrazo
EliminarQué bonito, Nuria. Me has hecho volver a ser esa niña, a mi infancia, los olores, hasta el color era distinto, la libertad con la residíamos, la calle de nuestra casa era un mundo de juegos. Era como un verano eterno. Y con cualquier cosa jugábamos, no necesitábamos nada más que nuestra imaginación. Precioso y tierno a rabiar.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Así eran aquellos días tan maravillosos de nuestra infancia Irena, me alegra traerte buenos recuerdos, un abrazo
EliminarQué afortunado ha sido quien tuvo una infancia feliz en un sitio en donde la buena vecindad era garantía de un vínculo real. Muy buen texto, Nuria. Muy emotivo. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Mónica, la verdad es que sí, fuimos afortunados, un abrazo
EliminarNos llevas de la mano de tu bonita pluma, a esa infancia; esos juegos y canciones que bien reconocemos, y que formaron parte de nuestra vida, y de esos barrios que tantas vivencias acumularon y quedaron pendiendo del recuerdo.
ResponderEliminarUn placer leerte, querida Nuria.
Abrazos y cariños 💙
Gracias querida Ginebra, un abrazo
EliminarQue bonito Nuria, me gusta el amor con que recuerdas el barrio, hay una frase que me ha encantado: "El barrio era nuestro mundo mezclado con el aroma a tierra mojada..."
ResponderEliminarRealmente pura poesía, me encantó, un abrazo.
PATRICIA F.
Gracias Patricia, me alegra que te guste, un abrazo
EliminarMuy buen relato. Es evocador. ¡Qué tiempos aquellos! El patio de mi casa es particular... Un abrazo
ResponderEliminarMuy buen relato. Muy evocador. ¡Qué tiempos aquellos! Ahora es muy raro escuchar esas tonadas infantiles. El patio de mi casa es particular,... Un abrazo.
ResponderEliminarCierto Francisco, es raro porque los niños ya no juegan como antes, la tecnología los ha absorvido, un abrazo
EliminarTe ha pasado a ti con la niña como a mí con tú relato.
ResponderEliminarLas canciones que yo cantaba , son las mismas que cantabas tú,
Pienso que ahora existen más diferencias entre los críosde unas ciudades y otras así porque cada uno recuerda lo que ve en sus pantallas.
Muy entrañables tus recuerdos, me gustaron.
Gracias tracy, si que ahora es diferente, la evolución para los niños de ahora ha sido para peor, un abrazo
EliminarComo todo lo de nuestra infancia, el barrio deja una gran huella! Me he sentido identificada en cada detalle de tu descripción! Que tiempos! Un abrazote Nuria!
ResponderEliminarGracias Marifelita, me alegra que te haya gustado. Besitos
Eliminar"Los verdaderos tesoros siempre permanecen" y así de cierto es, esos tesoros de infancia siempre forman parte de nosotros. Entrañable relato Nuria.
ResponderEliminarUn beso dulce y dulce primavera.
Gracias Dulce, me alegra que te guste, que tengas una primavera llena de felicidad. Un abrazo
EliminarNuria has puesto canciones a tus recuerdos a tu barrio, ese que te vio crecer y madurar Muy entrañable Un abrazo
ResponderEliminarGracias Rodolfo, las canciones nunca se olvidan, un abrazo
EliminarHola Nuria me ha encantado el relato y como siempre has creado algo increible, que tengas un bonito dia, saludos
ResponderEliminarGracias Cecy, me alegra que te guste. Besitos
EliminarCreo que en nuestro recuerdo todos tenemos un barrio como ese. Has descrito el de todos con el mismo amor que lo recuerdo.
ResponderEliminarUn besazo!
Así es, todos tenemos el recuerdo de nuestro barrio. Un abrazo
EliminarCuando una canción infantil sigue siendo cantada, algo del pasado permanece.
ResponderEliminarBien contado.
Un abrazo.
Así es Demiurgo, yo lo añoro muchísimo. Un abrazo
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