Entre Lorca y Machado

Quisiera no haber visto tu rostro de cera, arrugas y tristeza.

Quisiera no haber visto el poder de mi certeza.

Y llenar el cántaro de alegrías y vivezas.

Perseguí espigas en primavera y besé al viento sobre la era.

Soñé en verso con Machado y tallé tu nombre en el poema.

Quisiera no dormir sin tu abrazo, cruel herida que me altera.

Quisiera no ver el cielo gris, no sentir girar la rueca.

¿Cómo me puedo atrever a ser tu alma gemela?

Si con Lorca murió el poeta, y en sus letras dejó su esencia.

Yacen las viejas alegrías en el jardín que alberga la filosofía, 

como triviales versos que destapan la porfía.

Te fuiste entre la arboleda, para dormir tu tristeza con el poema.

Pero la atormenta es caprichosa, y melancólica regresa. 

Quizás seas como Miguel Hernández, que agita el rumor del viento y altera el pensamiento.

Y llegó el fantasma del pasado, como una ofrenda. 

¡Qué sortilegio del destino que paciente espera! 

¡Guardo mi elegía! 

Testigo incansable de mi tiempo, es la esperanza que sueña, pero el amor, se queda y te atraviesa.

Si la luna alberga suspiros, mueren mis versos en la nostalgia. 

Porque pierdo mi musa entre mis entrañas, y tiemblan las cenizas en el olvido que se traslada.

Errante golondrina, ausente lágrima, no me pidas imposibles a través de la ventana.