Usamos una máscara y aulla sobre el crepúsculo que cubre la noche.
Ahí armoniza mi lúgubre transformación:
soy loba que muerde sin dientes.
Igual que una araña que rasga el alma y se eleva entre la lánguida rama.
La corona de espinas sangra en mi cabeza,
los clavos arden en mis piernas.
¡Qué horror ver tu propio fantasma colgar de la soga!.
Mis ojos miran convulsos la rigidez de mi cuerpo.
¡El asunto no está claro!
La máscara no es suficiente,
tal vez soy un esqueleto
y mi vista es el cementerio.
Estalla la sinfonía: es el zumbido de la vida.
Qué triste, Nuria, desgarrador. Un abrazo. ☺️
ResponderEliminarGracias Merche, si es triste. Un abrazo
EliminarQué clase de magia obra en el aquelarre para ver su propio cadáver.
ResponderEliminarHola Cabronidas. El desgarro del alma y la mente crean la transformación hacia la muerte tras el ritual. Gracias por tu visita. Saludos
Eliminar¡Uff! Terrible. Qué pócima tendrá esa máscara para ver el horror de tu propio fantasma colgar de la soga.
ResponderEliminarSaludos, Nuria.
Mejor no probarla Maria Pilar, gracias por tu visita y comentario. Un abrazo
EliminarA veces es bueno sacarse la máscara de vez en cuando. Un abrazo.
ResponderEliminarCierto. Un abrazo y gracias por tu visita y comentario.
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