En mis manos tengo un orbe dorado,
donde perdí los sueños de mi enamorado.
Y le pido perdón a la vida
por todas las veces que he amado
y pretendí alcanzar la luna.
Perdón, por amar la vida tanto; pues muero lentamente con el corazón destrozado.
Ya no me queda aliento, mi alma es cómo un reflejo
que se pierde entre finos espejos.
Y le pido perdón al infinito de un profundo abismo,
que vaga sin conciencia entre las sombras etéreas.
Perdóname mundo por haber existido.
Que el cielo me perdone, los demonios miren y
la terrible oscuridad murmure.
Sin embargo, lo esencial es siempre....haber amado. Y tus versos libres, afortunadamente, lo dejan claro. Me gusta singularmente , parte de los últimos: "//..los demonios miren y / la terrible oscuridad murmure" ¡Son manías personales, siempre gocé retando a las legiones infernales!
ResponderEliminarEn suma, me subyugó muchíiiiiiiiisimo este poema.¡¡¡Bravo!!! 💎
Muchas gracias Juan, me alegro que te guste, tus palabras animan a crear. Un sincero abrazo
EliminarPerdón por haber vivido y no haberlo hecho mejor.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Gracias José, abrazos
Eliminar