Porqué evocar la malévola imagen que hilvana las escenas de mis pesadillas, si es como la culminación que retrata mi condena. Tengo conciencia y siento que jamás el hábito de la vida repercutirá en el viejo reloj.
La arena se desliza y me ahoga. Es un crimen oír risas sin sonido donde hay lágrimas sin llanto. El mundo aparece silencioso, frío, sin la belleza del amor.
Creo que la mano estéril del diablo arrasa y lo impregna todo de una sensación abrumadora de remordimiento en la vorágine de mi pensamiento.
¡Atmósfera malsana que rompe el alma!
Y siento el efecto de un estado final e imperfecto, que parece sacado de una novela de terror.
Era como el fantasma que se abre camino y vigilante repercute en una época que se asemeja al maléfico fenomeno de lo irracional.
Y de un modo u otro, al final, el monstruo destierra todo pensamiento y lo encierra en un arcón.
Entonces se oye un terrible estrépito. Paso la mirada por la habitación; esqueletos de caballeros de otras épocas pasan ante mí con sus corceles. Perseguían algo que no pude distinguir. Tras ellos un hombre pálido, de cuerpo corpulento, pies descalzos y ensangrentados con un provinente mentón se paró mirándome directamente a los ojos; grité aterrada. Entonces el ánima, el miedo, todo se marchó.
Desperté empapada en sudor. ¡Era una pesadilla tan real!
Esas pesadillas son las que después de despertar sobresaltada intentas dormir y... vuelven.
ResponderEliminarNo te las puedes quitar de la cabeza así como así. Son tan reales...
Un abrazo. Virtudes
Cierto Virtudes, por más que lo intentemos regresan. Gracias por tu visita y comentario. Un abrazo
Eliminar