El Wappsap

Hace varios días, mi amiga Rosalía me envió por WhatsApp un texto cuyo título, parecía sospecho de ser una broma: Paseando por las calles de París, seguí leyendo (a pesar de las pocas ganas que tenía). que desde el estado de alarma se ha agotado alguna forma espectral y por ello entrarás en su espiral de terror, por dos motivos: 

¡Tú no eres de París! Segundo, quien escribe no tiene ni puta idea de quién eres; sin embargo, sigues leyendo. 

(Al llegar aquí me acordé de toda su familia) aunque el nombre del autor aparecía sólo al final; Jerard. 

Esta incursión literaria en tu teléfono, parece casi una pantonina; algo pictórico, intertextual e intermodal, que despierta los recuerdos banales de alguien desesperado. Esa capacidad de llevarte a su terreno y ponernos ante escenarios abominables con el candor de la metáfora y la naturalidad de describir un momento determinado, en realidad no significa nada, pues nada está pasando, ni ha pasado, nadie, excepto la mente de este sátiro sabe por qué te escribió. Es como un teatro cuya escena se queda con el aliento del público. Sin el "ruibarbo" de los extras. La idea más agobiante que recorre esta crónica escrita, es que la ciudad y la tecnología están vacías por dentro y por fuera.

Borra esta chorrada y a otra cosa mariposa. La vida es demasiado hermosa como para perder el tiempo en trivialidades.