El día anterior se instaló un circo en una explanada a las afueras de la ciudad. Sara tomó el autobus y se apeo en la parada oportuna, frente a una carpa con forma de manzana. En la entrada no habia nadie, ni en las taquillas. Decidida entró en la carpa. Varias jaulas descansaban en el centro de la pista. En una de ellas un gato de color pardo permanecía acurrucado.
Al acercarse el animal levantó la cabeza; nunca habia visto unos ojos semejantes. Eran tan oscuros que parecían no tener fin.
Entonces empezó a ronronear acercándose a los barrotes de la jaula. Sara abrió la puerta y el gato maúllo como si le suplicara . Ella, encontra de lo que su interior le decía, cogió al gato y se marchó a su casa.
—A partir de ahora serás mi mascota.
—Miau…
Ni siquiera se fijó en la sangre húmeda y pegagosa que resbalaba por una zona de la carpa.
Miau…
Ni siquiera se fijó en la sangre húmeda y pegagosa que resbalaba por una zona de la carpa.
Al anochecer mientras dormía no oyó gritar a la vecina. Cuando despertó, su gatito Micifú dormía plácidamente, ella se quedó atónita al ver sus patitas llenas de sangre.
—Micifú —dijo sin comprender lo que veía.—Miau, miau…
#charlaconmascotas
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