Se preguntó a dónde iban los sueños perdidos. Su mente se bloqueaba anclada en algún lugar que no lograba recordar. Continuó su tarea: limpiar el polvo que día tras día se posaba sobre su libro favorito, de encuadernación dorada con incrustaciones en relieve. Sin apenas darse cuenta, su mente retrocedió en el pasado.
«Pintaba un precioso lienzo con colores marrones y cobrizos. El sol era intenso y el sudor le recorría la espalda. Aun y así, estaba enamorada de aquel lugar, cuya tierra árida tenía un encanto especial. Mauro entró en el estudio. La besó y observó durante un instante el lienzo.
— Con qué maestría logras plasmar la esencia del desierto Mona.
—¿Tú crees?
— Tienes mucho talento, amor mío».
De repente volvió al presente. Un pájaro picoteaba el alféizar de la ventana. Lo observó en silencio. ¡Cómo añoraba a Mauro! Si no se hubiese marchado tan pronto... [Y ...].
Retiró el pensamiento amargo de su mente. Respiró profundamente. De pronto, sin saber por qué, dejó lo que estaba haciendo, fue a su habitación, cogió la maleta que guardaba en el armario y la abrió. «La paleta de pintura, brochas, pinceles y tubos de pintura al óleo brillaron de nuevo ante sus ojos». Sonrió. Él estaría de acuerdo, —pensó— y empezó a pintar de nuevo, aquella tierra seca, su deslumbrante sol y los impresionantes oasis. Con cada pincelada revivía cada momento, cada instante en los que fue tan feliz junto a amado. Su corazón quedó en el desierto cuando el destino decidió arrancarle a Mauro de un plumazo; sin embargo, por fin se sentía con fuerzas de volver a vivir, de volver a plasmar su rostro en un lienzo, desde el cielo, él sería feliz.
Precioso relato, en el que queda plasmada la evocación que nos produce un libro, su visión, su tacto. Me ha gustado mucho el tránsito de la nostalgia y melancolía de la protagonista a su cambio y vuelta a la pintura, también la descripción ya que visualizamos el desierto. ¡Enhorabuena! ¡Un abrazo!
ResponderEliminarGracias Mayte, me alegro que te haya gustado. Transmitir esas sensaciones y las imágenes del lienzo son todo un logro. Un fuerte abrazo
EliminarHola, Nuria, nada mejor que recrear momentos felices cuando se está limpiando, así, luego, puedes volver a esa tarea que te gusta más (yo lo hago continuamente, jeje). Buen relato.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Es cómo una terapia Merche, jeje, un abrazo
EliminarMuy bonito, y muy buen título. El destino, siempre inevitable, a veces maravilloso y a veces no tanto. Gracias, me estoy haciendo adicta a estos relatos cortos.
ResponderEliminarMe alegra que te gusten Beatriz, un abrazo fuerte y feliz fin de semana
EliminarMuy buen relato, un gusto leerlo Nuria, te mando un gran abrazo Themis
ResponderEliminarGracias Themis, un abrazo grande
EliminarUna historia muy bonita. El dolor por un ser querido no se pasa pero hay que seguir viviendo. Un abrazo.
ResponderEliminarCierto Federico, no queda otra que asumirlo. Un abrazo
EliminarMagnífica visión del duelo, Nuria. Hay que seguir mirando hacia adelante y disfrutar de nuestras capacidades.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :-)
Totalmente de acuerdo. Un abrazo
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