Mi espacio se llena con tus pasos,
con el fuego de tus besos.
El humo de la lluvia vuelve a inflarse para no arriesgar tu nombre.
Recuerdo sobre el lecho tus pies descalzos.
Y comparto tus palabras y susurros
en otro mundo que vuela más allá
que dos palomas con el ala rota;
vuelvo a mirar la cruz, esa que pesa en mi espalda,
para empezar a coser el olvido, en mí corazón dolido.
¿Te fuiste?
¡No vuelvas jamás!
Ausente futuro que muere en el cielo,
y busca consuelo en el verde olivar.
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