Regálame tu mirada
de pupila enamorada.
Regálame tu olor
en el pozo de la perdición.
Mírame con ojos divinos,
con tus labios purpurinos.
¡Regálame todo, o nada!
—Ausente mortaja—
Regálame tu amor,
o al menos tu mirada
y cuando muera yo,
el llanto de tu alma.
Regálame tu amor
en la alcoba fría
sin cobardía,
pero con valentía.
Regálame la humedad
de tu aliento,
como un soplo de viento
en la pasión de mi realidad.
Regálame todo... tu cuerpo,
tus versos, tus sueños,
y el sosiego que anhelo,
y se lucra de tus deseos.
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