Que brillante la infanta margarita junto a Isabel y Agustina qué posa dichosa.
Es cómo un reflejo en el espejo de un plano sin fondo de la serenidad plasmada.
¡Una niña y sus meninas!
¡Ay! Maribárbola bufona de la corte siendo una enana.
Luces y sombras tenues ...
En la inocencia de una infancia superficial, como el guardadamas y su guardaespaldas.
Alegoría de la esperanza que enfatiza con la nobleza, y el autorretrato como un reflejo de la antítesis del pintor y su obra entre los límites de la realidad.
Visité el museo y encontré un lienzo dentro de un cuadro.
Las meninas las han llamado, niñas presumidas de antaño, vestidas junto a un perro tumbado.
Un bufón ya descansando...
Las cortinas colgando y el vacuo espejo ahonda en la sala sombría, que mira el rostro engarzado del pintor.
Y cómo si un genio fuese, en esta algarabía ilustre,
la sonrisa de una niña deslumbra por su esplendor cómo una flor fugaz en un jardín sin flores.
En cuyo retrato el pincel engarza en un instante, el espacio presente.
¡Y aquí acaba mi prosa pues las meninas es otra cosa!
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