En el otoño vencido
hallé un desatino
entre el viento cobrizo
y la hojarasca parda.
Qué paisaje más yermo
la arboleda púrpura
que acaricia la brisa
y arropa las ramas
despojadas
de todo su glamour.
El crepúsculo violeta
crece y llora
en la alborada tallada
de rojo carmesí.
Crujen las hojas secas
bajo el paso naranja
del granizo, y la ventolera
que despierta, ansia
alcanzar la luna nacarada.
Hadas y elfos danzan
para guardar el alma
de la alborada.
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