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miércoles, 7 de julio de 2021

La terrible leyenda de las Margaritas

 



#AlquimiaLiteraria 

Junto a los árboles y arbustos, crecían las margaritas arropadas por los rayos del sol. En una aldea cercana vivía una mujer adinerada que estaba enferma y a la qué, habían visitado varios médicos sin encontrar la solución para su enfermedad; llegó desde muy lejos un hechicero que advirtió a la mujer que si una de sus hijas no le traía una flor de color blanco y centro amarillo que crecía en el bosque, moriría sin remedio.

—Solo, así, podré salvarla. —Dijo con rotundidad.

La mujer mandó llamar a sus dos hijas y les contó la advertencia del hechicero.

—Quién me traiga la flor—dijo—será mi heredera.

Ambas se miraron con reproche y se prepararon para salir en su busca de inmediato. En media hora marcharon cada una por un camino diferente para asegurarse que la encontraban; aunque en realidad la intención de las dos, era ser la primera en hallarla.

Apenas llevaban media jornada, cuando la más joven se encontró un rincón del bosque lleno de hermosas flores que brillaban de una forma extraña, mientras varias abejas toman su néctar; tuvo la sensación de que aquellas flores tenían vida propia.

Justo cuando hizo la intención de recoger unas pocas, una anciana salió de detrás de un árbol rogándole que le diese un trozo de pan. En ese instante apareció su hermana mayor,  gritándole que no tuviese compasión de aquella mujer que sólo pretendía distraerlas de su cometido.

Las margaritas, se horrorizaron con lo que escuchaban y se pusieron a llorar de tristeza. La hermana mayor al verlo, corrió y arrancó varias de ellas, aplastando otras tantas con sus zapatos. Entonces, las margaritas, desconsoladas, lloraron hasta marchitarse por la pena.

Pero la más joven, que era más inteligente, al ver que su hermana se abalanzaba sobre las flores, logró coger una margarita y dio un trozo de pan y queso a la anciana con la que compartió el agua que llevaba.

La ancia que resultó ser una bruja, convirtió a la malvada de su hermana en margarita y permitió que ella volviese y salvase a su madre de una muerte segura. Las margaritas de nuevo brillaban esplendorosas. 

La mujer adinerada se curó y tras conocer la historia que le contó su hija pequeña, no lloro por la pérdida de hija mayor que era malvada, sólo ordenó, que cada año por la misma fecha se organizarse un festival de margaritas y se contase la leyenda de las margaritas para que nadie olvidase tal suceso; y como todo cuento, fueron felices y comieron perdices. 


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