Durante el frío invierno de 1920, la familia Thomson supo lo que realmente era el miedo. Se oían varias historias en la ciudad pero nunca pusieron demasiado oído pues creían que la gente exageraba en sus narraciones.
Una noche de tormenta, el menor de sus hijos comenzó a gritar en plena madrugada; el matrimonio corrió a la habitación del pequeño. Éste aterrado decía que bajo su cama un monstruo de enormes garras intentaba llevárselo. El padre miró y convenció al niño de que allí no había nada, que todo era causa de una horrible pesadilla. La madre para tranquilizarlo se quedó con el hasta que de nuevo se durmió.
Al contárselo a la mañana siguiente a su hermana, está le dijo que se narraban cosas espeluznantes sobre espíritus que se alojaban debajo de las camas de algunas personas para esconderse. Lis, contestó que eran bobadas y que no creía tal cosa.
Esa noche, el pequeño, de nuevo empezó a gritar diciendo que veía una sombra monstruosa que le quería comer. De pronto las luces se apagaron y encendieron solas, la ventana se abrió y cerró de golpe y escucharon risas y pasos, como si alguién corriese por la oscuridad de los pasillos del hogar. Lisa, decidió llevarse esa noche el niño a su habitación para tranquilidad de todos.
La noche siguiente decidió que durmiese con su hermano mayor que hasta el momento no había oído nada de lo sucedido. Durante la noche el hermano mayor se levantó de la cama para beber agua, al ir hacia la cocina escuchó unos pasos corretear por el pasillo. Se paró en seco y agudizó los oídos; unas risas fue todo lo que escuchó. Se inquietó y pensó que podría aguantar a la mañana para beber agua y volvió a su habitación, pero su hermano pequeño no estaba.
Corrió a avisar a sus padres que empezaron a buscarlo por toda la casa sin éxito. Lisa, fue a su habitación a ver si dormido había vuelto a su cama, pero allí no estaba. Se sentó en ella llorando. A los pocos segundos oyó como algo rasgaba debajo de la cama; aterrada se agachó a mirar y un grito de terror salió de su garganta. Su hijo, estaba allí sin ojos. A su lado un excalofriante muñeco con una sonrisa de lado a lado del rostro.
El padre y el hermano corrieron a la habitación. Al ver al pequeño quedaron estupefactos, entonces una monstruosa sombra salió de debajo de la cama; se comió al hermano mayor a grandes mordiscos y a los padres les desgarró la garganta. Cuando los encontraron muertos, la casa fue incendiada con ellos dentro para impedir que ningún espíritu maligno saliera del infierno, pues decían que el mal habitaba en ella.
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