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martes, 11 de octubre de 2011

NUNCA MIRES PARA ATRÁS


Quería gritar, quería pedir ayuda, pero sus labios no le respondían. Tenía las pupilas dilatadas, la respiración cada vez más acelerada, y un persistente dolor en el pecho.
Pero a pesar de ello, algo la impulsaba a seguir avanzando entre las calles de la ciudad. Tal vez era la repulsión que le oprimía el estomago. Sentía amargas nauseas que no podía dominar, hacia la persona de la que un día se enamoró.
Los parpados como una fría losa de mármol, se le tornaban cada vez más pesados. Parecía que el mundo era ajeno al drama que moraba en su presencia.
Solo un leve sonido salió de su garganta, en el momento en que se desplomaba y caía sobre la acera de una calle cualquiera, de una ciudad más… envuelta por una atmosfera envenenada de un perfume llamado amor.

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