Las palabras de los viernes: «golosinas
Bases en el blog de Mercedes Mil y una historias
Tomás, desde muy pequeño debido a su diabetes severa, nunca había probado una golosina. Sus amigos le aseguraban que era lo mejor del mundo. Aquella mañana, estaba decidido a probarla, y aunque tenía dudas; el mismo se decía que por comerse una no podía ser tan peligroso como su madre aseguraba. Sostuvo la golosina como si fuera un diamante. Se llevó la golosina a la boca como quien tiene un tesoro. Al principio, un sabor dulce lo invadió, pero pronto algo pegajoso le revolvió el estómago.
Sus ojos se abrieron como platos. Tragó saliva sintiendo un nudo en la garganta.
—¡Esto está asqueroso! —exclamó con una mueca, corriendo a escupir.
Cuando terminó, su madre, que lo observaba desde la puerta, se rió a carcajadas y dijo:
—Eso te pasa por probar mi chicle sin azúcar... de hace tres semanas.
Tomás se quedó congelado.
—¡QUÉ! —gritó, mientras su madre seguía riéndose.
Jajajaja, Nuria, qué divertido... jajajaja, me imagino la escena y lloro de risa.
ResponderEliminarY gracias que se tomó algo sin azúcar porque si no, las consecuencias hubieran sido mucho peores...
UN abrazo.
PS. Ahora mismo lo enlazo.
Gracias Mercedes, me alegra que te haya gustado. Hay que poner un poco de humor en la vida. Un abrazo
EliminarEso sí que es una buena madre; con lo malo que es el azúcar.:)
ResponderEliminarSobretodo si tienes diabetes Cabrónidas, feliz domingo
EliminarHola, Nuria.
ResponderEliminarPobrecito, qué ternura más graciosa. La madre cuidándolo desde la distancia, con un chicle que ya debía ser, bueno, no quiero ni imaginarme a qué sabía, ja, ja.
Genial relato.
Un fuerte abrazo.