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domingo, 9 de febrero de 2025

El silencio del mar


 Desde la comunidad Alianzara Cristina Rubio nos propone este mes:

La teoría del iceberg de Hemingway

Escribir un relato original siguiendo la teoría del iceberg de Ernest Hemingway.
Tu relato no debe superar las 900 palabras. La fecha límite para participar es el 28 de febrero.



Carlos, de apenas 10 años, espera el regreso de su padre en el muelle. El mar ha estado agitado los últimos días, y las mujeres de la aldea hablan sobre tormentas que atrapan a los pescadores en alta mar. El sol empezó a hundirse en el agua, cubriendo el cielo de tonos naranjas. A su lado, Juan fumaba en silencio. Llevaba años pescando con su padre, pero ahora, retirado, se limitaba a observar el mar con la mirada vacía.

—Tu padre sabe lo que hace —dijo Juan sin mirarlo, dejando escapar una nube de humo—. Él siempre vuelve.

Carlos asintió sin decir nada, pero no pudo evitar preguntarse si esta vez sería diferente. No era la primera vez que su padre tardaba más de lo esperado, pero las palabras de las mujeres, esas historias de barcos hundidos y cuerpos arrastrados a la orilla, resuenan en su mente.

Pasaron los días. El muelle se llenó de caras tensas, y las barcas que regresaban traían pocos peces y malas noticias. Nadie había visto el bote del padre de Carlos. Su madre, no decía nada, pero su mirada se apagaba un poco más con cada amanecer, sin noticias de su esposo.

Una mañana, Carlos decidió hacer algo que nunca antes había hecho. Tomó una pequeña barca, la que su padre le había enseñado a remar, y se adentró en el mar. Las olas eran suaves. Su corazón latía con fuerza. Remó y remó hasta que la costa desapareció de su vista. Sabía que no debía alejarse tanto, pero siguió remando. El cielo estaba despejado, y el agua, tranquila.

Al cabo de un tiempo, vio algo flotando a pocos metros de distancia. Remó hacia el lugar con la respiración entrecortada. Era una vieja red de pesca, gastada y rota. No era de su padre. La dejó atrás, aunque siguió buscando. El sol empezaba a caer en el horizonte cuando decidió volver. No había señales, solo el vasto mar, indiferente a su esperanza.

Al regresar a la aldea, su madre lo esperaba en la orilla. No dijo nada. Solo lo abrazó con fuerza. Esa noche, en la mesa vacía, ni ella ni el pequeño Carlos mencionaron a su padre. Nadie en la aldea lo mencionó más. El niño siguió yendo al muelle cada tarde, y se sentaba junto a Juan, mirando el horizonte en silencio. El mar, como siempre, seguía siendo el mismo.


15 comentarios:

  1. Si no se habla, es como si no hubiera pasado. Psicología de baratillo.

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  2. Lo malo de cuando algo pasa, aunque a uno le rompa, el mundo sigue girando igual. El mar siempre estará ahí en calma.
    Un besazo Nuria!

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    1. Totalmente Morella, a veces en calma, pero otras revuelto, así es el mar. Un abrazo

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  3. O mar, esse caminho que pode unir ou separar; ser pão que alimenta ou túmulo profundo...
    Relato humano e emotivo.
    Gostei muito.

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  4. Me gusto el relato. el silencio hace que las cosas se acepten. Te mando un beso.

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  5. Con economia de palabras lograste transmitir mucho mas de lo que decis, capturaste la esencia de la teoria del iceberg :)
    Saludos, buen inicio de semana!

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    1. Gracias Hada, me alegra que te haya gustado. Un abrazo grande

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  6. Este relato me deja un sabor de desolación, imaginar lo que ese chiquillo no mencionaba pero que con toda seguridad pululaba en su interior. Y sí, el mar seguirá siendo el mismo, sólo el mar. Un abrazo Nuria 🌹🌹🌹

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    1. Así es Maty, el mar seguirá siendo el mar, pero ese niño cambiará por completo con el tiempo. Un abrazo

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  7. ¡Hola, Nuria!

    Qué forma de tan bonita de narrar esta historia tan triste. El pequeño Carlos y su madre van perdiendo día tras día la esperanza de que el padre vuelva. Cuando Carlos se va en la barca a buscarlo, lograste crear una fuerte tensión en la historia pues parece que algo malo va a pasar, pero finalmente el niño regresa sano y salvo.

    Es muy significativo, que en tu historia solo hable Juan, el pescador que conoce al padre de Carlos y desea mantener la esperanza en el corazón del muchacho con sus palabras. Precisamente ese hombre que “llevaba años pescando con su padre, pero ahora, retirado, se limitaba a observar el mar con la mirada vacía”.

    Sin duda Juan es un personaje clave en tu historia, pues su mirada vacía no es más el reflejo del comportamiento del mar, que nos puede engullir en cualquier momento y sin embargo, continuar como si nada hubiese ocurrido. Y con ese impresionante final lo dejas totalmente claro: “El niño siguió yendo al muelle cada tarde, y se sentaba junto a Juan, mirando el horizonte en silencio. El mar, como siempre, seguía siendo el mismo.”

    En mi opinión has logrado escribir este relato siguiendo la Teoría del iceberg de Hemingway porque por encima vemos la historia de un pescador que desaparece y el sufrimiento de su hijo y su esposa y por debajo está el mensaje oculto: cada vez que alguien muere, la vida continúa como si nada hubiese ocurrido. Porque así veo el mar en tu historia: como un símbolo de la vida en general.

    Te doy la enhorabuena, Nuria, porque con tan pocas palabras has conseguido escribir un relato conmovedor, realista y con un mensaje muy potente. Muchas gracias por participar en el reto de este mes.

    ¡Un fuerte abrazo y feliz semana!

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    1. Gracias a ti Cristina, has sabido ver la historia dentro de la historia, el mensaje que no se dice, pero que se transmite. Un abrazo fuerte

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  8. Una triste historia que sin dudas muestra la dureza de la vida de muchas personas, como en este caso los pescadores y sus familias, la pérdida y a pesar de ello la esperanza, aunque muchos la sepan inútil.
    Me encantó, un abrazo Nuria.
    PATRICIA F.

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