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miércoles, 27 de noviembre de 2024

Un nuevo amanecer

 


Escritores uniendo plumas: 

          Relato creado con Domingo 


El vacío interior que en ocasiones me invade, es como un abismo silencioso que se expande en el alma, invisible pero omnipresente. No es tristeza ni melancolía, es una nada que te consume desde adentro, una voz que suena en el espacio de lo que pudo ser. Cada pensamiento parece flotar sin dirección, cada emoción se disuelve antes de nacer. Los días pasan como sombras, y en el centro de todo, solo queda el extraño vacío sin resolver. No duele, no grita, pero pesa. Es una ausencia que domina el cuerpo y vive dentro del alma que parece aullar como un lobo, un hueco que ni la luz más tenue parece capaz de llenar.


Algo me sucede en este laberinto de silencios. Me sustento en la cuerda floja de un equilibrista que no quiere caer en su propio abismo. Siento que mis cimientos son de aire o como ese malabarista que no deja de girar a cien platos a la vez porque, de otra manera, caería en la locura. No me comprendo en esta tierra de nadie, necesito un calificativo, una ayuda, algo que no me vuelva a hacer caer, pero todos son silencios que se infestan de extraños pensamientos mientras mi mente gira y gira, dando vueltas como esos malditos platos. Camino por las aceras con paso ausente, siempre sensible a lo que sucede en mis adentros y me pierdo como un niño desconsolado. Hay un enemigo en mi interior; un monstruo que me sacude a placer con inteligencia; un grito que aúlla como ese niño que me mira en el espejo cuando me veo reflejado cada mañana. 


Escucha a la terapeuta sonarse con un pañuelo y es que está llorando. Abre los ojos y deja aparte ese monólogo. Se incorpora del diván y le pregunta por qué llora. Ella es una mujer madura, con experiencia; conocedora del alma humana hasta el centro de cada silencio, y le dice: "Amigo mío, usted no tiene nada y mucho. Si sigue de esa manera, se va a buscar algo que ahora no tiene. Yo tenía un hermano que murió a edad temprana y tenía en un principio los mismos síntomas que usted y el desenlace fue fatal. Las personas que tienen cualidades superiores no es extraño que tengan trastornos nerviosos que se curan con una terapia. Miles de personas válidas se pierden y caen en la indiferencia. De esa manera, yo estudié mi carrera al ver que mi hermano se perdía por un tiempo que, por entonces, ahora ya tendría solución. Sea humilde con usted mismo y no entre en una guerra de la que lo más seguro es que pierda. Millones de personas nacen y mueren en un día. Nosotros estamos aquí para tener una decencia de vida y eso, nos lo da principalmente el corazón. Tómese un respiro, reflexione y, cuando vuelva por esta consulta, hábleme...".


Y el espejo es el único testigo de mi lucha. Me devuelve una imagen que no reconozco, distorsionada por la niebla que se agita en mi mente. Los ojos que me observan son los míos, pero hay algo oscuro en ellos, algo que se ha apoderado de mí sin que lo haya notado. La rutina se ha vuelto un campo de batalla, una guerra silenciosa contra ese monstruo invisible que parece alimentarse de mis miedos. Intento encontrar un sentido, una razón que justifique esta sensación de vacío, pero no la hallo. Solo me queda avanzar, aunque confieso que siento que es una batalla perdida y cada paso parezca en vano.


Al regresar a la consulta, algo en mí había mutado, como si una brisa imperceptible hubiera rozado el desierto que cargaba en el pecho. Las palabras de la terapeuta, sembradas en la tierra árida de mi mente, empezaban a germinar. Me senté frente a ella, y esta vez mis labios no temblaron al hablar. Mi voz, antes quebradiza, emergió serena, y al nombrar mis sombras comprendí que el monstruo que me devoraba era, en gran parte, la silueta de mis propios miedos. Al finalizar, me levanté, tomé aire y me despedí. Al cruzar la puerta, sentí mi alma renovada, ligera y mi corazón en completa armonía.


Algo sucedió en mí interior que no le comenté y es que crucé la frontera que hay entre mis pensamientos cotidianos y mí silencio; una frontera donde una parte de mi se quedó para siempre, germinando una seguridad inaudita para hacer frente a mi vida cotidiana. Un amigo me dice que este estado en el que me encuentro, es la 5ª dimensión...


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