Cristina Rubio desde la comunidad Alianzara no propone un interesante RETO DE ESCRITURA: escribir a partir de una imagen, sin exceder las 900 palabras, para más información pasa por la comunidad Alianzara
—¿Seguro que fue real? —preguntó Toni con escepticismo.
—Claro que sí, Toni. Ocurrió tal y como te lo cuento.
Mario se detuvo un momento antes de continuar, como si volviera a revivir aquel instante.
"Estaba de vacaciones en casa de mis abuelos. Pupsy, el perro de mi abuelo, me acompañó como cada tarde, correteando entre los arbustos. Le lanzaba un palo y él lo traía de vuelta. Sin darnos cuenta, llegamos a un claro en pleno corazón del bosque. Me quedé hipnotizado al ver lo que había allí. Pupsy también se detuvo; no ladró ni gruñó. Solo miraba, tan absorto como yo, hacia el final de una escalera que parecía emerger de la nada. Al final de la escalera, las estrellas brillaban de una forma tan mágica que parecían danzar en el aire. No sé cuánto tiempo estuvimos inmóviles. El crepúsculo emergió y la luna llena iluminó el lugar con un fulgor espectacular. Miré a Pupsy, seguía inmóvil, expectante. Recordé que mi abuela había hecho pastel de zanahoria para la cena, y pensé que quizás estaría preocupada por mi tardanza. Y a pesar de todo, decidí subir los peldaños. Pusy me siguió. Al llegar al último escalón, descubrí que aquellas estrellas eran diminutas hadas, cuyo destello te invitaba a cruzar. Lo hice, y Pupsy me siguió como un autómata. Las hadas sonreían y con sus diminutas manos nos indicaban que las seguiríamos. Fue en ese preciso instante cuando un chirrido grotesco, algo más allá de lo natural, resonó desde lo profundo del lugar. Estoy seguro de haber visto a una de las hadas mover un palo o una varita un segundo antes de que todo desapareciera. De repente, estábamos de vuelta en el bosque, sobre un montículo de tierra. Cuando regresé a casa, mi abuela estaba preparando la mesa para la cena.
—¿Y sabes lo más curioso?
—No, ¿qué fue?
—Solo había pasado un par de horas desde que salí a jugar con Pupsy. Y en ese preciso instante, el crepúsculo volvía a asomar en el horizonte".
—Es muy extraño.
—Sí, Toni. Pero lo más increíble es que, cincuenta años después, hemos llegado al mismo lugar mientras hablábamos.
—¡Oh! Es precioso. Realmente parece un sitio mágico. Ahora entiendo tu fascinación.
Mario agarró la mano de Toni con suavidad.
—¿Estás conmigo? —preguntó con una sonrisa, mientras ambos miraban la escalera y las luces brillantes al final.
—Por supuesto. ¡Vamos!
Peldaño a peldaño, subieron la escalera hasta la cima. Mario pensó en Pupsy y en aquella noche lejana. Las hadas estaban allí, esperándolos, invitándolos a cruzar. Se miraron, asintieron y, sin dudarlo, atravesaron el umbral mágico. En ese momento, volvieron a ser niños, llenos de inocencia, dispuestos a superar cualquier fantasía. Sin saber que, al cruzar, ya nunca regresarían.
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https://bloguers.net/votar/NuriadeEspinosa
La magia en todas sus formas nos atrae como cuando éramos niños y nos maravillábamos con todo lo que imaginábamos. Bonita historia y mágica por supuesto.
ResponderEliminarUn beso dulce y dulce fin de semana.
Muchas gracias Dulce, un abrazo y feliz fin de semana.
EliminarPrecioso texto Nuria, rezuma fantasía y magia. Los niños tiene un poco de ambas cosas. Un abrazo!
ResponderEliminarAsí es Lady, un abrazo
EliminarHola, Nuria, qué bonito, súper mágico con esas luces-hadas, perfecto. El nombre del perro me ha encantado también.
ResponderEliminarUn abrazo. 🤗
Gracias Merche, me alegra que te guste. Un abrazo
Eliminar¡Nuria, qué preciosidad! No tengo suficientes palabras para describir esta historia. Es tan tierna, tan mágica, tan nostálgica, tan emotiva… Me ha llegado al corazón y me ha emocionado ese triste, hermoso e inesperado final. Es un gran acierto el que Mario recuerde ese momento de su infancia y que mientras le relata dicho recuerdo a su amigo Toni, lleguen juntos a las escaleras mágicas del bosque. Ambos suben absortos por la belleza y la historia termina de forma sublime: “volvieron a ser niños, llenos de inocencia, dispuestos a superar cualquier fantasía. Sin saber que, al cruzar, ya nunca regresarían”. No puedo más que darte la enhorabuena por este relato, que toca el corazón primero con delicadeza y al final con una fuerza arrolladora. Muchas gracias por participar en el reto de este mes. ¡Un fuerte abrazo!
ResponderEliminarMuchísimas gracias Cristina por tus palabras que tengo en gran consideración. Es un placer participar en tus retos y en la comunidad Alianzara, un fuerte abrazo
EliminarHermosísima la historia, Nuria. Me trajo recuerdos de narraciones leídas de niño, en que los protagonistas eran los leprechauns. Que estés superbién y tienes mi voto. Saludos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Héctor, me alegra mucho que te haya gustado y gracias por tu voto. Un abrazo grande
EliminarPreciosa historia llena de magia, sueños...nos has absorbido con este fantástico relato! 😉 Un fuerte abrazo! 🙋♂️🙋♀️
ResponderEliminarHola Nuria, un cuento muy hermoso. El final me emocionó, me hizo pensar en el tiempo que separa a una persona de la niñez a la vejez. Me imaginé a los dos amigos, viejitos ya, emprender esa última aventura, inmersos en la magia de las hadas. Hermoso y conmovedor. Enhorabuena...
ResponderEliminarGracias Ana, me alegra mucho que te haya gustado, recordar la niñez tienes razón es conmovedor. Un abrazo
EliminarMe dan ganas de hacer lo mismo.
ResponderEliminarAnda, dame las coordenadas.
Besos.
Jajajaja, gracias Toro Salvaje, un abrazo
Eliminar¿Dónde dices que queda ese claro en el bosque?
ResponderEliminarSaludos,
J.
Jajajaja, para ya que voy José, un abrazo
Eliminar¡Hola! Bello y triste a la vez. Una amistad que supera el tiempo y la memoria. Me ha gustado mucho :)
ResponderEliminarSaludos.
AlmaLeonor_LP
Gracias Alma, me alegra que te guste. Un abrazo
EliminarQue bonito, Nuria. Me encanta como escribes. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias Eliom por tus palabras que son gratificantes, un abrazo
EliminarMientras se lee está historia debería sonar el tema Stairway to Heaven de Led Zeppelin (escalera al cielo). Un abrazo.
ResponderEliminarCierto Federico, no estaría mal. Un abrazo
EliminarHermoso Nuria, que lindo se va sintiendo a medida que se lee, ese pasaje, ese juego, ese ir y venir entre el niño y el anciano. El final, sin palabras, abrrazo grande Themis
ResponderEliminarGracias Themis, me alegra que lo hayas disfrutado. Un abrazo grande
Eliminar¡Qué historia, Nuria! Has retratado un instante que en algún momento de nuestra vida puede paralizarlo todo y regresar a un tiempo lejano y feliz.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :-)
Totalmente Miguelángel, fueron muchos los niños que no pudieron ver a ninguno de sus progenitores tras la guerra civil. Un abrazo
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