José Antonio desde su blog Acervo de letras nos hace esta propuesta para el VadeReto de este mes:
La foto es una preciosa y atractiva imagen de la simbología de una Paloma Blanca. La palabra Optimismo debería infundirnos mejores ánimos e, incluso, sacarnos una animosa sonrisa.
Así que, vuestro relato tendrá que inspirarse en la fotografía y dejarnos con un buen sabor de boca y un halo de esperanza.
Aquí mi participación
En algún lugar tranquilo del mundo, donde las calles olían a pan recién horneado y los árboles danzaban sus hojas al viento, había un grupo de niños que se reunían cada tarde: eran cinco, Mateo, Sofía, Tomás, Luna y Abril. Cada día se encontraban en la colina del cansado campanario. Decían que, si uno miraba con el corazón y no con los ojos, desde allí podían ver cosas que los adultos ya no recordaban.
Ese verano sucedió algo inesperado. El abuelo de Mateo les contó una historia: "Si alguna vez en el bosque ves una paloma posarse en tu mano sin miedo, sabrás que un deseo limpio ha nacido en tu interior, y que el mundo lo habrá escuchado".
Movidos por el misterio de sus palabras, los niños se adentraron en el bosque llenos de ilusión con los corazones latiendo acelerados. Rieron, jugaron, y cantaron aclamando su magia al bosque. Y entonces ocurrió.
Dos palomas blancas descendieron del cielo como si hubieran estado esperando ese momento. Una se posó en la mano de Luna, que apenas contenía la emoción. La otra, tras dar vueltas suaves en el aire, descansó en la palma de Mateo.
Fue solo un instante, pero algo cambió. Los ojos de los niños brillaban como si el mundo hubiera dicho "sí" a sus sueños.
Años después, muchos caminos los separaron. Crecieron, amaron, lloraron, vivieron.
Y hoy, sentada en un banco cercano al bosque, Luna —ya anciana— observa el cielo mientras una niña corre con las manos abiertas entre los árboles.
Una paloma blanca desciende.
Y Luna sonríe, mientras un pensamiento cruza su mente:
“La esperanza no envejece. Solo aprende a volar más alto.”
Los recuerdos nos dan fuerza. Te mando un beso.
ResponderEliminar¡Qué Preciosidad, Nuria!
ResponderEliminarUn magnífico relato para inaugurar nuestro optimista y esperanzador VadeReto.
Me encantó la frase del abuelo y ese final tan dulce y bonito.
Muchas Gracias. Abrazo Grande.
Que bonito.... Espero que su deseo se cumpliese y creo que por la reacción que tuvo cuando vio a la niña corriendo con las manos extendidas, que así fue.
ResponderEliminarUn besazo!
Un relato muy lindo Nuria, cumple con las condiciones y resulta la mar de optimista y bello. Te felicito.
ResponderEliminarhola
ResponderEliminarque bonito relato, sin duda no esperaba el desenlace <3
¡Ay! La esperanza vuela alto, efectivamente. Precioso, Nuria. Un relato amable y lleno de dulzura. Estupendo.
ResponderEliminarLa nostalgia queda bien reflejada nada más comenzar: “Cada día se encontraban en la colina del cansado campanario. Decían que, si uno miraba con el corazón y no con los ojos, desde allí podían ver cosas que los adultos ya no recordaban”.
ResponderEliminarPuede que el cumplimiento de un deseo o una premonición sobre la esperanza no llegue a una vida nunca, pero puede darse esa opción.
Abracémosla.
Enhorabuena por tu aportación, Nuria.
Abrazos.
Hola Nuria buenas tardes.
ResponderEliminarHe corregido el texto que he escrito en tu blog y queda así. El original lo puedes borrar pues tiene errores. Un saludo de Buscador.
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Hola Nuria
ResponderEliminar¡Me gustó mucho tu cuento rebosante de optimismo! Y me encantó tu frase final “La esperanza no envejece. Sólo aprende a volar más alto”. Creo en la fuerza de la esperanza y creo que, más que nunca, debemos ejercitarla con cuentos tan dulces como el tuyo.
Un abrazo grandote
Marlen
Gracias a todos por vuestra visita y comentarios. Disculpa que responda generalizando pues aún no estoy bien. Un abrazo
ResponderEliminarHola, exploras la conexión entre la infancia y la vejez a través de un simbolismo delicado y optimista, utilizas imágenes sensoriales y un lenguaje poético para reforzar el tono nostálgico, mientras que el desenlace refuerza el mensaje central: la capacidad humana de creer en los sueños y encontrar belleza en los ciclos de la vida. Abrazo desde Venezuela
ResponderEliminarEstupendo relato Nuria. La infancia y la vejez unidas por una esperanza que crece y se hace más grande. Un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras Raquel me llegan al corazón. Un fuerte abrazo
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