Seguidores

viernes, 5 de noviembre de 2021

El traidor



Relato escrito por @LlanoNataniel  y @misletrasnuria1 

Era un día gélido impulsado por el viento de las colinas. En la cabaña sobre la cúspide de la montaña, un bravo guerrero invocaba las fuerzas del mal, gobernadas por el temido "Sin nombre". Aquel que osaba mencionarlo era ejecutado sin miramiento. 

El odio se veía en los ojos del guerrero. Quería aniquilar a sus rivales y para ello haría cuanto fuera necesario, pero algo salió mal durante el conjuro y empezó su desdicha; matar, para sobrevivir ante la orda de brujos que se avecinaba.

El hechicero del reino convocó una lucha a muerte, en cuyo combate su poderoso brujo más adelantado sería la élite del duelo. Sé produjo un gran combate. Sin embargo durante la lucha fueron detenidos traicionados por el hechicero que ordenó que les encerrasen en las mazmorras del averno, de donde solo el guerrero salió con vida meses después dispuesto a vengarse del rey denominado "El empalador" y su séquito de brujos malhechores.


El guerrero consultó a sabios y textos antiguos. Esta vez no podía fallar al invocar al "Sin nombre".

—Señor, ven a mí, úsame para volver e instalar tu reino. Solo pido ayuda para mi venganza —decía el resentido guerrero, mientras añadía su sangre al hechizo.

Al tiempo que recitaba las fórmulas, la tierra se partía y el firmamento se tiñó del color de la sangre. El viento aullaba y aullaba. Luego se hizo un silencio espeso.

—Aquí estoy mi leal servidor, — rugió un ser de pesadilla.

Se irguió sobre sus piernas gruesas como troncos, para extender sus tres metros de altura, abrir sus cinco ojos y probar el filo de la abundante cornamenta.

—Ahora tienes que ayudarme a resucitar mi ejército —ordenó.

El guerrero partió a buscar la savia de diez mancebos y diez vírgenes, era el ingrediente principal.

Durante treinta días recorrió los territorios más bastos en tierras áridas donde por fin entre dos colinas, en el temido "Paso del diablo" encontró el harén del sultán Quefir, un berebere que repudiaba sus orígenes; allí convivía con cien mujeres y doscientos hombres. 

En la zona del Serrallo vivían las Cariye, que esperaban tener el honor de ser llamadas al aposento del sultán; más de veinte vírgenes custodiadas por sus respectivos eunucos.

El guerrero comunicó a Quefir que era una orden directa de Satán, e inmediatamente Quefir dio la orden de que le fuesen entregados.

Las jóvenes Cariye y los mancebos fueron ejecutados y extraída hasta la última gota de su sangre. El guerrero en su avaricia decidió guardan un poco del líquido obtenido.

—Ten cuidado con quien haces pactos, —señaló Quefir, — siempre se guarda alguna sorpresa.

—Yo también sultán —replicó. — Saldré al amanecer.

El hombre le indicó con un gesto de cabeza que estaba de acuerdo y ordenó le llevasen a su aposento. 

Con las primeras luces del alba partieron hacia el encuentro con Satanás. Tardaron varias lunas hasta llegar a su encuentro; durante las noches fueron muriendo sus leales combatientes sin saber cuál era el motivo.

Cuando por fin llegó al territorio del "sin nombre" la oscuridad atrapaba el lugar.

El viento silbaba y susurraba como si quisiera avisar de que no era bienvenido. De pronto el cielo se ennegreció y se cubrió de nubes tan densas que parecía querer reventar. 

El guerrero se puso de rodillas alargando los brazos con una vasija sujeta con las manos y el rostro cabizbajo en señal de reverencia. 

—¿Osas presentarte ante mí con una simple vasija? ¿Dónde están las jóvenes? 

—Señor—dijo con la voz entrecortada —me pediste que te trajera la savia. 

—Nunca dije que los matarás. Pagarás por ello. 

Sus ojos se encendieron de rojo fuego. Sus manos se alargaron hasta formar una enorme garra y su cuerpo creció deformándose como si fuera un chivo gigantesco cuya cornamenta casi tocaba las nubes. 

Varios hechiceros salieron de la nada gritando su nombre, con una lanza en la mano dirigiéndola hacia el guerrero. Este comprendió las palabras del sultán; Satán nunca cumplía sus promesas y esa era la trampa en la que él había caído. 

Satán aulló como un lobo y los hechiceros atravesaron al guerrero con su lanza que nada pudo hacer para evitarlo. En pocos segundos quedó para siempre en el fuego del infierno. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Porciones del alma

  Requisitos 5 líneas            PORCIONES DEL ALMA  Perdí una porción de mi alma la noche que se fue. Sentí cómo algo en mi pecho se rompía...