En las catatumbas
Perdida en las catacumbas de París, donde casi la oscuridad era plena. El sonido del arrastre de unas cadenas, la alarmó. Corrió por los túneles en un intento de salir de allí, pero al girar en un anexo del túnel un ser demoníaco la atrapó y la mató. El resto del grupo de turistas seguía su ruta. Sara, oyó los gritos y supo qué en las catacumbas algo siniestro moraba por sus recovecos. No imaginó que al llegar casi a la salida, vería un extraño ser con el cuerpo encorvado de una manera siniestro y espeluznantes garras con enormes colmillos, que devoraba una mujer. Corrió y corrió, pero de nada sirvió. Esa cosa la alcanzó rápidamente, allí donde la oscuridad no tiene luz, ni la muerte tiene vida. Los necrófagos, con sus dientes largos y uñas como garras salieron de la oscuridad. La sangre salpicaba las paredes y como un río bajaba por los túneles. La matanza había comenzado, se comian los cuerpos; salieron de la profundidad del inframundo.
Laura tenía un fuerte dolor de cadeza. Los calmantes no le quitaban las migrañas. Tenía que ir a cambiar el turno de Marta, que le tocaba el horario de mañana, guiando a los turistas por las catatumbas.
Lara, estalló en cólera. Marta ya llevaba media hora de retraso y el próximo grupo de turistas estaba apunto de llegar. Tenía un mal presentimiento, Marta era una joven puntual y trabajadora y cada minuto que pasaba se preocupaba más, convencíada que algo sucedía. Cansada de esperar cogió su pistola, la guardó en su bolso y con Laura, que era la acompañante de Marta ese día, se dirijieron a las catatumbas. Llegaron a los túneles y un fuerte olor a sangre invadió sus fosas nasales, se miraron inquietas. Entraron al primer acceso del túnel, la mitad de las luces estaban apagadas; se extrañar on pero siguieron adelante con cautela, y vieron los restos de una mujer. Lara arrastró el cuerpo y lo dejó en un recoveco donde no fuera visible. Vio sus manos destrozadas y el cuerpo ensangrentado, pero ni rastro del interior de sus tripas, allí sólo quedaban colgajos. Era Lulú, que vivía en el mismo edificio que ella, una joven gótica, pero a la vez simpática y educada con los vecinos. También formaba parte del grupo de turistas. Se apuntó por ser su día de fiesta y a pesar de vivir en París nunca las visitó.
Laura, pensó en qué debió pasar para despistarse del grupo. Estaba convencida de que había oído gritos. Caminaban, despacio con cautela, a oscuras por los túneles apoyandosé en las paredes. Les pareció oír alguien susurrando...
Era Monic, está les contó qué había escuchado gritos y algo parecido a un alarido y se ocultó, tuvo miedo de seguir la ruta turística pero también de volver atrás sola y esperaba que pronto algún grupo regresara de la ruta para salir del lugar; ellas le hablaron del cadáver emcontrado y qué el grupo y su compañera no regresaron. Monic se tembló.
—¿Qué vamos a hacer? —preguntó en voz tan baja que apenas pudieron oírla.
—La cabeza, me va a estallar, —mencionó Lara.— Pero te aseguro, qué después de ver lo que hicieron a esa mujer, eso, es imposible que fuese ningún hombre. No podemos llamar a la policía; cobrar por hacer de guía está prohibido. Y te aseguro—añadió, a la vez que cogía su arma—qué tendremos, qué solucionarlo nosotras. Las tres ocultaron el pánico que les invadió.
Al anochecer, los buscadores; un grupo de asesinos de demonios iniciaba su ruta en busca de estos seres. Cuando los buscadores se encontraban con un demonio la lucha era letal hasta cortarle la cabeza, entonces y morían.
Las tres mujeres se adentraron en la profundidad de los túneles con la esperanza de encontrar alguien más. Las horas morían en cada segundo que el reloj avanzaba dirigiéndose hacia la mortalidad. No se paraba el tiempo y todo podía terminar como empezó en la entrada.
Escucharon más gritos, esta vez parecían varias personas. Corrieron hasta el lugar de donde provenían, pero llegaron tarde. La mujer y los hombres estaban con la cabeza arrancada, aún convulsiónando en su última agonía. Entonces, oyeron un ruido y se pusieron a temblar. Las tres, se acurrucaron contra la pared. Por suerte para ellas no era ningún demonio necrófago sino el grupo de buscadores. Les contaron lo sucedido. Ellos también vieron el cadáver de la mujer. Les dijeron que debían irse por lo peligrosos que eran estos seres, pero se negaron. Decidieron continuar antes que volver entre los túneles.
Germán el líder del grupo conocía bien los túneles. Él iba en cabeza guiandolas a través de ellos. Llegaron a otra zona del túnel, que se dividía en varias direcciones. Germán siguió por el centro, presentía que era el camino. No tardaron en oír nuevos gritos. Echaron a correr hssta el lugar; un demonio devoraba un hombre y otros tres hombres y una mujer gritaban aterrados. Germán y su grupo, iban preparados, sacaron las armas y lucharon contra el ser demoníaco. El demonio con una de sus garras lanzó a Olmo contra la pared dejándolo inconsciente. Germán disparó con su arma recortada, y el demonio gritó de una forma excalofriante cayendo contra el suelo. Cuando ya pensaban que habían logrado salvarse, llegó otro demonio atraído por los gritos. Germán fue rápido, disparó al demonio que iba a atacarles varias veces. Él se defendió salvajemente y logró alcanzar con sus garras a dos de los turistas. Pero Luis que también era rápido y avispado, le lanzó varias cadenas a los pies, logrando tirarlo al suelo y con la rápidez de un galgo le cortó la cabeza.
Salieron de las catatumbas ensangrentados a causa de la lucha y por la sangre de las víctimas. Cuando la policía llegó, se adentraron en los tuneles y hallaron al resto de turistas muertos, sin tripas, brazos o piernas. Murieron salvajemente.
Germán se despidió de las chicas, su grupo ya estaba acostumbrado a matar esos seres, pero debían guardar silencio para no alarmar a la ciudad. Pero ellas, no olvidarían lo que habían vivido. Fue un horror. Las catatumbas de París se sellaron y ya nunca se pudo entrar ni salir de ellas.
©Nuria de Espinosa
Los pelos de punta se me han puesto con tu relato, amiga Nuria. La próxima vez que vaya por Paris, andaré con cuidado de dónde me meto, je, je. Que la imaginación nos siga iluminando en 2021. Fuerte abrazo
ResponderEliminarGracias José, me alegra que te gustase el relato y sobre todo que acabe ya esta pesadilla COVID-19 que llega un momento que no sabes si pensar que todo esto ha sido intencionado, un fuerte abrazo y que pases una salida y entrada al nuevo año con salud y felicidad.
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