El
eco de la música del piano
retumbaba
contra
el cristal
debatiéndose
con ingratitud
sobre mi cansado corazón.
El
color rojo de la lámpara
que
alumbraba la estancia,
era
tan artificial como el silencio
del
prejuicio de tus palabras
que
estallaban sobre
la pared de mi habitación.
En
el alfeizar del ventana
una
codorniz y una maceta
eran
todo mi público,
y
yo,
como
un alma marmórea,
seguía
perdida,
Interiormente,
en
la soledad de mi habitación.
Nuria:
ResponderEliminarEs todo desasosiego tu texto. Cuando te sientes solo, nada existe ni aun si caminas entre una multitud.
Un gran abrazo.
Gracias Arturo, sabias palabras, un abrazo.
EliminarHola Nuria:
ResponderEliminarNo te debes sentir sola.
En esos momentos se ve que escribes con el alma, con el corazón. Por lo cual, siempre estas acompañada por tus sentimientos.
Un abrazo, Eva
Gracias Eva por tus bellísimas palabras, un abrazo muy fuerte.
EliminarNuria somos compañeras en palabra sobre palabra, y al visitarte aquí en tu blog veo que eres toda una escritora, con varios libros publicados, quiero felicitarte por ello, y decirte que me siento un poquito orgullosa de compartir letras contigo.
ResponderEliminarBesos. Asun.
Gracias Asun por tus bellas paalbras, solo soy un granito más de arena en este extraño y complicado mundo literario, un abrazo muy fuerte.
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