Desde su blog Acervo de Letras José Antonio Sánchez nos invita este mes a participar en el VadeReto de agosto escribiendo una historia, en la que vuestro personaje tendrá que buscar un lugar idóneo para contemplar a la LUNA y allí contarle sus secretos, sus problemas, sus emociones, sus deseos… con la libertad de crear según vuestros criterios.
Aquí mi aportación al VadeReto de agosto. 👇👇
Era un atardecer de un día cualquiera, de un verano demasiado caluroso, ordené la playlist del grupo que me apetecía escuchar. Mientras preparaba la cena. Pronto llegaría la marabunta de la playa y la quietud de la casa dejaría de serlo para dar paso a los niños correteando y dando voces por la terraza, mientras sus padres sé duchan y se toman una birra fresquita. Era en esos momentos de alboroto cuando añoraba mis años de juventud, más allá de la evolución hippie. Aunque reconozco que me hubiese gustado vivir la experiencia de una época que fue perdiendo adeptos por su relación con las drogas y alucinógenos.
Empezaba la primera canción de la lista: The Beatles – “She's leaving home”. u
Cando la música sonaba, me llenaba de plenitud y me sentía feliz. No sé por qué un pensamiento invadió mi mente:
"Sería admirable, sí la luna lograra invadirnos con la serenidad que refleja sobre el mar, sí el espacio grabara los instantes felices con luces de neón. Sería precioso, sí los recuerdos no tuvieran vacíos que llenar. Sería perfecto sí tú luna, me sonrieras en mis sueños".
Empezaba la segunda canción cuando la puerta de la entrada se abría.
—¡Yaya!, ¡yaya!, mira cuántas conchas he cogido en la playa.
—¡Oh!, qué bonitas son Danna, déjalas en la fregadera que después de lavarlas haremos algo decorativo. Anda, ve a ducharte que la cena está lista.
—Mamá, estoy agotada. Qué calor hace. Y estos niños no paran.
—Ay hija, son niños, que pensabas cuando decidiste tener cuatro hijos, qué sería fácil. Los momentos de paz se terminan en cuanto tienes un hijo.
—Pero mamá, tú tuviste tres.
—Sí, pero era otra época. Ahora los niños con las tecnologías han perdido capacidad para imaginar y sentarse a jugar porque no saben cómo hacerlo.
—Vale mamá, tú ganas. Voy a terminar de ducharnos y vengo a ayudarte.
Asentí con un gesto de cabeza mientras terminaba de preparar la ensalada.
La más pequeña, de solo dos meses empezaba a reclamar su biberón. Así que la yaya y la mamá, estaba para todo. Atendí al bebé y en minutos estábamos todos a la mesa. Unos hablaban de una cosa, otros de otra, y yo tenía mi mente en ese instante de calma cuando todos duermen. Lo cual sucedió más pronto de lo acostumbrado. Por suerte la playa les había agotado lo suficiente para irse a dormir antes de lo habitual, pues cada noche tras la cena, llegaba la hora del ocio.
Suspiré aliviada. Sin embargo, una necesidad imperiosa creció en mí. Salí a la terraza. No hacía ni una pizca de aire. La luna llena Lucía esplendorosa. Recordé mi adolescencia y como al anochecer mientras todos dormían yo hablaba con la luna. Y comprendí, que esa era la necesidad que tenía dentro de mí, volver a hablar con ella. Entonces sonreí:
Sabes cuánto tiempo he añorado hablar contigo sin saberlo luna. Tú y solo tú sabes entenderme.
—Has tardado mucho tiempo en volver.
Cuando oí que la luna me respondía pensé que me había vuelto loca. Pero ella siguió hablando.
—En realidad has estado tan ocupada pendiente de tu familia, qué te olvidaste de ti. ¿Recuerdas cuándo me contabas que gracias a la música habías conocido a un joven del que estabas enamorada?. Después las cosas fueron mal, tu padre murió y te olvidaste de mí.
—Nunca me olvidé de ti. Pero estaba demasiado ocupada con mi vida.
En aquel instante una luz cegadora descendió desde el cielo. Era una estrella fugaz, o, a mí me lo parecía.
—Hija, desde las estrellas siempre estoy mirándote. Debes dejarme ir.
—¿Padre?, no por favor necesito hablar contigo… Vuelve.
La luz regresó al cielo. La luna ahora me miraba con tristeza. Aunque no sabría explicar por qué sentí alivio en mi corazón. Una brisa acarició mi rostro. Y yo… Fue… Algo increíble de explicar. Pero la luna sonreía mientras parecía alejarse cada vez más.
—Cariño, no vienes a dormir. Mañana estarás agotada si no descansas.
Mi marido fue lo último que necesité aquella noche tras mi charla con la luna, mi gran apoyo, mi gran amor. Pero supe qué a partir de esa noche mi padre descansaba en paz. Por fin había aceptado su muerte.
(imágenes obtenidas de Internet)
Hola Nuria, gran diálogo con la luna que ayuda a superar traumas. Buen relato.
ResponderEliminarUn abrazo. ☺️
Muchas gracias Merche, me alegro que te guste. Un abrazo
EliminarPrecioso, Nuria.
ResponderEliminarHas clavado mis intenciones con este VadeReto.
Conversaciones íntimas, sensitivas y que alivian el alma.
Además, has puesto sobre la mesa la necesaria y, a veces, no demasiado agradecidas y recompensadas, labores de las abuelas. Madres, tutoras, amigas, consejeras, sosegadoras, vivificadoras... tantas cosas para una fortaleza increíble.
Me has evocado muy buenos recuerdos de la mía.
Muchas gracias y enhorabuena por el regalo.
Feliz veranito. Un Abrazo.
Muchas gracias José Antonio por tus palabras, ya que lo escribí a prisa para que me diera tiempo, y ahora que oigo, ya llegan de la playa, así que a la cocina tocan... Un fuerte abrazo y feliz verano.
EliminarHola Nuria.
ResponderEliminarPreciosa despedida en esos instantes mágicos. Un abrazo.
Muchas gracias Marlem por tu visita y comentario. Me alegro que te guste. Un abrazo
EliminarQuizá el plenilunio tiene las respuestas que necesitamos.
ResponderEliminarQuizás Cabrónidas, habrá que esperar a ver si responde. Gracias y un abrazo
EliminarHola, Nuria, gracias por el regalo de esta historia tan íntima y particular, pero que se abre al lector para tomar parte de ella. ¿Quién no ha tenido esos momentos a solas tan personales y emotivos?
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un fuerte abrazo, Nuria.
Muchas gracias Maria Pilar, me alegro que te guste. Un abrazo
EliminarMuy bonito Nuria. Todos deberíamos, quizás, buscar nuestro momento de quietud para desconectar de la rutina diaria, en ocasiones ajetreada, y poder conversar con nosotros mismos o con aquellos que nos faltan. Muy buena aportación al reto.
ResponderEliminarUn abrazo!
Muchas gracias Antonio, así debería ser. Me alegro que te guste. Un abrazo
EliminarEs difícil aceptar estas muertes tan cercanas a nosotros, padres, hermanos o hijos son los más difíciles, pero siendo estrella fugaz, se tiene más tranquilidad por su belleza. Y la luna claro, alli esta siempre, se pierde a ratos en el mes, pero sabemos que en la noche espera pacientemente. Muy bien narrado. Abrazos
ResponderEliminarGracias José, que verdad que es, que la luna paciente espera. Me alegro que te guste. Un abrazo
EliminarUn relato muy emotivo y muy de verdad.
ResponderEliminarGracias DelaFlor, abrazos
EliminarUn gran relato, pese a que bajo mi particular impresión, opino que lo del padre se ve como un añadido algo forzado que no termina de encajar del todo.
ResponderEliminarGracias Arturo por tu visita y comentario. Lamento que lo de mi padre sientas que es forzado, sin embargo, así es como sucedió, quizás por eso me fue tan fácil escribir mi aporte. La vida en ocasiones nos da grandes lecciones. Un abrazo
EliminarUn gran aporte para el reto, un relato muy emotivo y la Luna ayudando a superar una situación difícil. Nunca hay que dejar de hablar con ella. Saludos.
ResponderEliminarGracias Ana, la verdad es que no sé si buena costumbre o no, pero tengo esa extraña necesidad de que cuando todos duermen me sincero con la luna, es como una terapia necesaria para mi. Un abrazo
EliminarHas hecho una preciosidad con el tema, además con mucha naturalidad. Todo el texto te envuelve y te trasmite una gran paz; desde la conversación de madre e hija, el diálogo con la luna y con el padre, hasta la conmovedora aceptación de la mujer.
ResponderEliminarFelicidades, Nuria, es una historia conmovedora.
Un abrazo! :)
Muchas gracias Volarela por tu visita, comentario y bellas palabras. Me alegro que te guste. Un abrazo
EliminarHola, Nuria.
ResponderEliminarSí que le has puesto sentimiento y personalidad a la luna, creándola como un talismán reparador.
Me ha encantado :-) Te felicito.
Muchas gracias Magade, me alegro que te guste. Un fuerte abrazo
EliminarUn relato que nos transporte de lo cotidiano a lo trascendente mediante la propia luna. Una luna que nos ha salido un pelín celosa, eh? Pero que sin duda estaba esperando tu regreso para regalarte lo de tu padre.
ResponderEliminarMe gusta amucho la escena dialogada sin acotaciones, porque aunque hablan siempre dos personas son distintas e intuimos las entradas y salidas de la escena.
abrazoo Nuria
Gracias Gabiliante, por tu visita, comentario y bellas palabras. Me alegro que te guste. Un abrazo de amistad
EliminarDespués de todo un día de ajetreo, va bien reservar un momento de intimidad con la Luna.
ResponderEliminarCierto Cristina, para mi sigue siendo ese momento especial mientras todos duermen, y la luna es mi confidente, una costumbre que dura desde que tenía dieciséis años. Gracias y un abrazo
EliminarLa luna siempre presente y eterna nos acompaña en cada noche de nuestras vidas, y sin duda para muchos inspiradora y les aporta la paz que necesitan! Un abrazote!
ResponderEliminarGracias Marifelita por tu visita y comentario. Un abrazo
EliminarPrecioso relato, Nuria, muy íntimo y muy emotivo. Me ha encantado. Un abrazo!!
ResponderEliminarGracias Lola, me alegro que te guste. Un abrazo
EliminarUn relato precioso. Muy íntimo y real como la vida misma. A veces, no dejamos ir a las personas más queridas de tanto pensarlas, añorarlas. Y las abuelas, las madres en mi caso. Siempre dando todo por los hijos y los nietos y se olvidan de sus necesidades. Se dejan de querer para regalar su amor a la familia.
ResponderEliminarSaludos
Así es Jose, las madres somos así. Me alegro que te guste. Un abrazo
EliminarPrecioso diálogo, me ha encantado. Muchas gracias y abrazo grande.
ResponderEliminarGracias Amaia, me alegro que te guste. Un abrazo
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