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martes, 4 de septiembre de 2012

La levedad del recuerdo




A veces he llegado a creer que era la memoria inverosímil de una niña que pretendía abandonarse en su diván, aferrándose durante horas a una postura incómoda, cuyo brevísimo pasado, era el leve recuerdo de una época apretada de olvidos y mentiras que la obligaron a ocultar su ridícula e inútil infancia de solitaria hipocresía.
La tristeza que invadió aquella criatura, había vuelto golpeando sin cesar, como un martilleo continuo de inquietantes recuerdos.
Recuerdos vagos, leves, pero recuerdos que al intentar modelar en aquel lienzo, todos los colores se volvían negros.
Ya sé por qué, nunca terminaré este maldito cuadro – me dije soltando el pincel bruscamente-

6 comentarios:

  1. nuria:
    Muy buen relato.
    Cuando la tristeza se apodera del alma, es imposible desalojarla con tarea o distracción alguna.
    Un gran abrazo.

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    Respuestas
    1. Gracias Arturo por tus palabras, como siempre muy acertadas, un abrazo.

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  2. Cierto, hay veces que dan ganas de tirar el pincel, pero volveremos a cogerlo, no nos queda otra cuando se tienen claro los sentimientos.
    Besos

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  3. A veces, debemos convocar a nuestros demonios, entablar un diálogo para que se marchen para siempre. Me ha gustado el microrrelato.

    Un saludo

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  4. Gracias María José por pasar por mi blog, me alegro te gustase, un abrazo.

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La tristeza del alma

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