La laguna, quedó a lo lejos envuelta por extrañas sombras.
Llegó a la ciudad arrastrado por las pesadillas de su infancia. Desde la
morgue, un humo ceniza, surgía al exterior como si fueran las chimeneas del
infierno. Al pasar delante de la iglesia se fijó en un oscuro callejón. El olor
a orina de gato golpeó con fuerza su nariz. Retrocedió confuso y se refugió
bajo la luz de la farola al observar un ligero movimiento en la oscuridad del
callejón. Sintió que algo le acechaba. El pánico invadió a Ernest al escuchar
el horrible chirrido que provenía de las oscuras sombras del callejón. Gritó
aterrorizado...
...Del interior de aquél tétrico callejón un anciano salía
arrastrando una rueca, mientras maldecía en voz alta.
¡Maldito
cacharro! Pareces más viejo que yo. Cómo ese usurero no me pague lo convenido,
se lo rompo en la cabeza.
© Nuria de Espinosa
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