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martes, 30 de agosto de 2016

El dolor de la existencia

La vieja verja repiqueteaba una y otra vez contra la puerta de entrada. No lograba acostumbrarme a ese continuo chirrido.  Mientras Laura fregaba los platos me planteaba si seria correcto hacer una visita al notario. Pero la presencia de mi madre conseguía arrastrarme al pasado y desistir de mis pensamientos. La observé durante un rato; ella estaba absorta en su serie preferida y de vez en cuando se quedaba fija con la mirada pérdida.
Al darse cuenta de mi presencia giró el rostro hacia mí y sonrió, acto seguido continuó con la vista en el televisor sin más... Odiaba esa enfermedad que la arrastraba a perderse en el olvido. Quedaba muy remoto los albores del pasado. Pienso que el tiempo es muy cruel y traicionero; por eso la vida debe ser  el presente, el resto es sólo  un resquicio perecedero de nuestro camino por la vida.



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