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lunes, 11 de enero de 2016

A ti, que eres la más grande


Le cambiaron de planta ayer por la tarde. Nos hicieron esperar más de una hora en la sala contigua. Cuando por fin entré en la habitación, estaba en la cama, semitumbada y consciente. No sé si fue en aquél momento, pero es ¡tan difícil hablar cuando sientes miedo! Me encontré sin saber que decirle. Se suponía que la experiencia la tenía ella... !ella¡ que me miraba ausente. Los días marcan su ausencia sin sentido; como si durmiese despierta. Y yo siento que mi alma se resquebraja y la zozobra me invade, temiendo el terrible momento en el que su ausencia sea total. Quisiera decirle muchas cosas que no pude decirle; la frustración me oprime el pecho.

Me siento sola, muy sola... si la existencia es tan visible ¿porqué el dolor no es invisible? Parece que oigo su sonrisa, su buen humor; su perfecto moño; los días de lluvia sentada ante su maquina de coser, y sólo quiero gritar y cantar su canción favorita...

   "En casa de una vecina, se armó una revolución. Prendió fuego una cortina, valga me la que se armó..."

Y el alma se me parte en dos.

© Nuria de Espinosa

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